martes, 30 de diciembre de 2008

Sin título

Escrito sin fecha.

Es curioso que sea cuando uno se va haciendo más mayor, que conforme se va acercando uno a los tramos finales, vaya viendo con mayor claridad que el fundamento absoluto de la vida, el motor, es siempre el amor, sin sustitutivo posible. Sólo el amor nos salva, en efecto. Pero, ¿qué hacer cuando el amor nos deja?, ¿cuando se va olvidando de nosotros, cuando nos huye por mucho que intentemos asirnos a él?. ¿Qué hacer, cómo sobrevivir si el amor se va y nos deja deshabitados?
Así se iba haciendo, cada día con mayor insistencia, hasta morderle por dentro, esta insidiosa pregunta aquel cadaver. Aquel cadaver que tenía que hacer cada mañana el ingente esfuerzo de ponerse en pie, dar los buenos días, peinarse, mirarse en el espejo y ver cómo iba descomponiéndose....., aquel cadaver que en ocasiones hasta debía sonreir, o besar, o expresar buenos deseos que ya no nacían de él. Aquel cadaver que tenía que llenar de gestos el hueco que le iba creciendo por dentro devastándolo todo.
No quería todavía morir porque la memoria aún le traía de cuando en cuando vestigios de un amor grande que una vez inundó lo que fue su vida. Pero al parecer ya no estaba en su mano el evitarlo, y a cada paso se apartaba más,y, pese a él mismo, sólo anhelaba ya el descanso, quizá una muerte oficial.
Evocó otro cadaver, aquel del que hablaba Vallejo, al que las voces de los que le amaban consiguieron levantar de nuevo y ponerle a caminar.
También el cadaver de esta historia oía algunos ecos, infantiles...o seniles quizás, que parecían repetirle no te mueras, todavía no..., y cuyos timbres se le iban escapando porque apenas su oido respondía; los escuchaba cada vez más débiles . A estas voces trataba él de agarrarse. Más que por amor, por el imperioso deber de mantenerse aún vivo o, mejor dicho, de mantener presente su cadaver.

Mavi ( Ya ves que estaba animada ese día)

No hay comentarios: