lunes, 29 de diciembre de 2008

Ma solitude

Escrito el 2 de Septiembre del 76.

Otra vez estamos juntas. Y yo que creía que nunca más compartiríamos la luz de las lamparillas de noche. Y yo que creía que si veía una sola vez la luz del día no necesitaría nunca más pulsar un interruptor...
Mi vieja amiga de tantos quehaceres, de tantos sueños, de tanto papel escrito para romperlo..., ¿cómo pude intentar borrar tu imagen de mi espejo?. Habría hecho falta quebrarlo. Y no supe, o no quise; aún no lo sé. No me convencía la idea de no volver a ver esa misma cara en su luna cada mañana. Sería no ser, no ser ya...No es fácil desnudarnos de las taras que nos han mantenido a flote durante más de veinte años. ¿No tienes acaso tú derecho a que yo te quiera?.
Sí, sí...ya sé que es autocomplacencia. ¿Y qué?. ¿Quién me ofrece algo mejor?. Si los besos nunca sacian la sed de mis labios, si las caricias son apenas un pálido reflejo de toda la pasión que intuyo, si ni las palabras ni las miradas hacen más que despertar una fugaz chispa que no llega a incendiar nada; si mi fuego, de instinto devastador, no sale fuera de mí....¿quién sino tú, puede satisfacerlo y, quizás, hasta comprenderlo?. ¿Quién sino tú, mi vieja amiga, mi soledad de niña sola, de niña envejecida y asustada?....¿Quién sino tú?....¡Si yo lo supiera, soledad mía!.

Abesti-Canto

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