¿Me ofrecerías tu pecho
para volcar en él tanta fatiga,
todo el trabajo y la nostalgia vieja
que arrastro desde...
hace siglos, desde antes,
muy anterior a la vida concreta,
mucho más vieja que yo,
que me esperaba ya
antes de nacer?.
¿Me ofrecerías tu pecho
para dormir a tu calor,
a tu resguardo,
dulce y blando reposo;
tu regazo fuerte de hombre
que comprende
y que aún guardaría la ternura
insobornable de un niño
si se la pidiese?.
Recobraría así, de pronto,
¿quién sabe?, la alegría,
y saldría de nuevo
a la calle a sabiendas
de que en todas las cosas
que mire o que haga,
- y más allá de ellas-
existe el apoyo, la afirmación,
el pulso solidario...;
que en todas las cosas
que sienta o que vea,
- y más allá de ellas-
otros ojos ven a través
de mis ojos, como yo
capto el mundo
a través de otra mirada.
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¿O acaso es una visión
fugaz,
una alucinación que pasa
como
eso a lo que llaman
amor?
como
eso a lo que llaman
amor?
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