lunes, 24 de noviembre de 2008

La última tarde

Este poema también lo escribí una tarde de primavera, al final de mi adolescencia, en plena época de exámenes. En vez de empollar, me evadía con los escritos, propios y ajenos.

Sabe dulce el aire, y huele.
Es blanca la tarde
como la paloma blanca,
como el asfalto liso,
inmaculado y monótono
de mi alma,
con un color de agonía,
de ir muriendo
pena a pena,
diminuta, solamente
sola cada día,
cuando aún
nacen en la piel
lirios adolescentes todavía
y en los ojos campanillas.

Mavi.

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