lunes, 24 de agosto de 2009

Informe clínico

Esto sí que es bien antiguo. Se lo escribí a Jorge cuando era un bebé casi. Allá por el año 81 . En diciembre de 1981



INFORME CLÍNICO REALIZADO POR LA DOCTORA CARMELA A PROPÓSITO DE LA FENOMENOLOGÍA PATÓLOGICA DEL NIÑO JORGE LUIS:



El sujeto estudiado y analizado por mí, parece saber ciertamente a la especie a la que pertenece, pues repite mientras se golpea la "poitrine": "ete e -e nene; ete e-e nene", pero duda de su identidad como persona propiamente dicha, ya que ante la pregunta: ¿quién eres tú? o ¿cómo eres tú?, o ¿cómo es el nene?, responde indistintamente que él es el Canuto, el Canoro u otros, si bien se inclina preferentemente por el Enano.

Al margen de dicha carencia de identidad, que parece reflejar una naturaleza algo esquizoide, dicho sujeto es un caso purísimo de "piladicto". Vive por y para las pilas, y puede torturar a sus familiares insistente y sadicamente hasta que las obtiene. Sin embargo, nunca ve satisfecho su desmedido apetito de dichos objetos y obliga a su abuela y a su tía a buscarlos incesantemente en medio de grandes voces e improperios ininteligibles para, acto seguido, volver a tirarlas por los aires, o esconderlas y exigírselas de nuevo a su familia con desgarradores alaridos, o chocarlas con frucción al tiempo que repite la consigan "a oca no, a oca no" (léase "a la boca no, a la boca no"), sabio consejo dado por sus mayores, visto su desequilibrio.

Como se puede apreciar claramente, estamos ante un caso patológico. se trata de una monomanía o degeneración desconocida hasta la fecha, a la que podríamos denominar, (adoptando el vocabulario del propio paciente, que llama "pía" a estos pequeños útiles de radio y demás aparatos), "piamanía, patología que resulta muy interesante para la investigación psiquiátrica.

El individuo en cuestión gusta asimismo de chuparse ávidamente el dátil pulgar, de mearse de continuo, padeciendo también de "orinalfobia". Igualmente le disgusta ver a sus familiares y amigos enfrascados en las tareas de lectura o escritura, no sabemos si porque desea ser él el único objeto de atención o si es se trata de un potencial bárbaro enemigo de la cultura.

Pese a este cuadro, por otra parte el niño no parece ser tonto ni tener desfase alguno en ningún aspecto, pues su léxico es bastante fluido y adecuado, así como su descaro es imponente. Tampoco se arredra por regañinas ni broncas; antes bien, en una hábil maniobra entreda con guiños, caricias y risitas a quien le reprende; de forma que, además de hacer faenas, les saca provecho. Sólo parece cohibirse con ocasión de que alguna cosa o, especialmente, algún ruido no le agrade; cuando esto ocurre, rechaza el objeto en cuestión y repite "suto, suto" (es decir, susto, susto).

El paciente parece relajarse escuchando música que le incite al baile; o pintando garabatos en un papel (sabe pedir con voz de general en jefe papel y lápiz) o en la pizarra de su sufrida abuelita - a la que él llama "Ona" -, si bien en estos momentos también es frecuente que se empeñe en tenerla a una horas y horas dibujando nenes y "pipís" (coches).

De la misma manera, su comportamiento es pacífico y sereno en los juegos con sus primos, por los que siente profunda admiración y a veces, aunque de tarde en tarde, algo de pelusilla.


DIAGNÓSTICO:

Visto todo el conjunto de fenomenología tan compleja, venimos a plantear la hipótesis de que nos hallemos ante un solo foco patólogico con múltiples manifestaciones.
CONCLUSIÓN:
El sujeto analizado, Jorgito Luis, es intrínsecamente, por natura, "coñazo". Y nada más. Paciencia y barajar.
A Jorge, de la "turuta" de su tía, que le odia mucho por "mosca", y que le muerde el culete y la tripa "de continuo".
La tía Carmela.

La bruja María Zapatón

Esto lo escribí hace ya muchos años, cuando Nadia y Gonzalo eran muy pequeños, tal vez cuatro o cinco sólo. No escribí más después. ¡Lástima!.
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Pues, señor, érase que se era una niña que tenía los ojos muy muy grandes y redondos, muy oscuros, y una carita que parecía un pan tierno, y unas manitas regordetas muy acariciadoras. Su mámá la reñía siempre, todo el tiempo, porque enredaba mucho y, además, siempre se caía, rompía cosas sin querer, perdía las bufandas, los muñecos, los cuentos, y hasta los zapatos perdió un par de veces: una en una feria llena de gente, y otra en una carretera oscura - porque ya era de noche - viniendo de la playa. así que unas veces volvía a su casa descalza, otras a medio abrigar....y, ¡claro!, siempre andaba acatarrada. Porque, además, siempre estaba descalza en su casa, y sin bata; y en el colegio se quitaba los zapatos y se metía en los charcos del jardín. Por eso le dolían los oidos, tosía mucho y siempre se le escapaban los mocos, muchos mocos, tanto que los niños y niñas del colegio dieron en llamarla la Mocosa. Naturalmente esto a ella le daba un poco de pena, porque se lo cantaban a coro.
Pero hete aquí que su hermano, que era un poquito - sólo un poquito - más pequeño que ella, porque era el "mediano", la quería mucho y la defendía. La quería mucho porque ella, además de ser su hermana, estaba llena de corazón; era un poco bruta, eso sí, pero muy, muy buena, quería mucho a su hermano y le prestaba los juguetes y le daba besos. Así que él, que era muy bien plantado y bastante chuletilla, la defendía contra quien fuera....hasta el punto de que un día le mandó un derecho a la mandíbula a su amigo Omar y le "murió", porque se atrevió a llamarle mocosa a su hermana.
Sin embargo, ¡ay!, la profesora le regañó por haber pegado a su compañero; y, aunque él le explicó por qué fue, la profesora, como es natural, le dejó un poquito castigado....sólo un poquito, y le perdonó enseguida porque había defendido a su hermana, ya que había demostrado cariño y valor. Y Nadia perdonó a Omar, que aprendió que no hay que insultar ni burlarse de otros niños, y que era mejor tener buenos amigos, como su amigo Talo, y quererse mucho, como los dos hermanos.
Cuando el papá de los dos niños llegó a su casa por la noche, ellos se lo contaron todo, y su papá les dijo que había servido para algo bueno, pues todos habían aprendido ese día una buena lección: que era mejor y muy bonito ayudarse y entenderse unos y otros.
Y colorín , colorado.....este cuento no se ha terminado, porque a la niña con carita de pan y a su hermano el "mil hombres" le ocurrieron muchas más aventuras. Ya las contaremos más despacio, porque son muchas , y muy interesantes todas ellas.

María Zapatón, bruja brujísima, diplomada en brujerias y maldades varias